En ocasiones te sientes ermitaño. Entiendes que estás bien dentro de tu carcasa, que tu concha te protege de problemas, dilemas, discusiones, daños, sufrimiento y posteriores lloros. Sabes que algún día tendrás que salir de ahí, sabes que en algún momento te verás solo ante el peligro.
Todos te preguntan: ¿Por qué no destruyes esa carcasa?
Yo siempre contesto: Aquí nadie te hace daño.
Alguien susurró: Si, te lo haces tú misma.
Una de esas cosas que encuentro y me hacen pensar...
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