Entonces, conforme avanzaban los años, e iba recibiendo
algún que otro golpe de la vida pude ir averiguando lo que significaba (al
menos para mí) querer a alguien…
Empezando seguramente, por ese a veces no tan irracional
miedo a la perdida. Ese temor que te eriza hasta lo más hondo con el simple
hecho de pensar que esa o esas personas puedan llegar a faltarte algún. Esa
horrible pérdida inmediata de toda magia cuando calibras la posibilidad de que
su brillo se apague. Que una mañana te levantes y de repente sientas el vació
de que todo se terminó, que no volverás a verle ni siquiera de casualidad por
la ciudad o que no podrás llamarle por teléfono como mínimo. No hablo de la
posibilidad de no poder entablar un contacto físico (un abrazo, un beso, etc.)
porque a veces, las personas que queremos viven a miles de kilómetros de
distancia, y eso no colabora a que duela menos o que puedas sentirles de forma
más tenue, pero lo importante es que sabes que respiran y eso parece ser
suficiente.
Luego si continúo viendo están los sacrificios, esas cosas
que no nos gustan o no nos apetece en absoluto hacer y sin embargo realizamos
animadamente con la mayor de las sonrisas sólo porque somos conscientes de a
que a la otra persona le gusta, y lo que es más, le gusta que a ti te guste o
le gusta hacerlas contigo. Esa perezosa sensación de tener que despegarte de lo
que estás haciendo y realmente te agrada para trasladarte a una situación que
no te resulta atractiva en absoluto o tal vez en ese momento no te apetece,
pero entonces… vuelve a surgir la magia cuando ves lo mucho que la otra persona
disfruta de ello y de que estés ahí, y de repente el sacrificio deja de serlo
en absoluto para transformarse en algo que te reconforta por dentro, esa
deliciosa sensación de confort como si estuvieses en una cama mullida.
Lo que me lleva a la seguridad, valorar su seguridad por
encima de todo. Descubres como de pronto deja de importante lo que a ti pueda
llegar a dolerte algo física o mentalmente sólo por evitar que a ellos les
duela. Ser consciente de que realmente cambiarías tu vida por la suya
seguramente sin siquiera dudarlo o detenerte a reflexionarlo, porque lo que
realmente te tranquiliza es que esté bien. Encontrarte totalmente cansado o tal
vez incluso algo enfermo y que todo eso se olvide automáticamente para
transformarse en una fuerza que no sabías que tenías que te hace perder
consciencia de tu propio dolor en pos de apaciguar el suyo. Esa extraña capacidad que te permite saber
que serías totalmente capaz de doblar tus posibilidades convirtiéndote en una
especie de superhéroe por protegerle.
Esa irrefrenable necesidad de que nada le toque, de que
siempre esté feliz porque sabes que si se rompe tú acabarías partiéndote
también. Es como una serie de sonrisas enganchadas, la suya hace que la tuya
aparezca hasta casi sin querer. Sabes de sobra que serías capaz de tragarte tus
propias lágrimas sólo por ser fuerte a su lado si fuese necesario, aunque luego
te desarmes. Y si por alguna estúpida
razón eres el culpable de que esté mal todo tu interior se mete dentro de un
pozo de una culpabilidad que se siente culpable y quema, que duele como si
fueses tú el que ha sido dañado. Y entonces te tragas el orgullo junto todas
esas concesiones tontas de no dar brazo a torcer porque sabes que es preferible
agachar la cabeza antes de que perderle o causarle más daño. Por el contrario si
alguien a quien quieres te daña a ti todo se siente más fuerte, incluso las
frases más insignificantes dichas despectivamente duelen, cualquier daño suyo
hiere más que otra cosa peor que puede harte una “persona x”
Realmente nunca me he llevado nada bien con esto de los
sentimientos, es algo que me cuesta bastante interpretar y sobre todo teniendo
en cuenta que hay mucha gente que los regala de mala calidad lo que me impide
enormemente llegar a comprenderlos.
Aunque con el paso del tiempo puedo asegurar que voy tomando más noción
de lo que implican, tal vez me cuesta un poco, pero con algo de detenimiento y
análisis puedo asegurar que soy capaz de comprender que siento en cada
situación y respecto a cada persona; que impulsos me mueven.
Y con respecto a las personas he de decir que soy bastante
tonta, bastante crédula e ingenua. Suelo confiar demasiado como si aún
estuviese dentro de un cuento de hadas creyendo que todo el mundo es bueno y
nadie haría daño por beneficio propio, creo que me cuesta bastante medir lo
cruel que pueden llegar a ser la gente en algunas circunstancias. Suelo
tener una visión de mi misma como alguien más bien frío y poco sentimental,
pero no creo que sea así, realmente creo que mi problema es llegar a expresar
toda esa magia de estrellitas que me mueven las entrañas, me supone un gran
esfuerzo sacar fuera toda esa “fragilidad” que hay dentro. Y cuando siento que
alguien que me importa sufre me entorpezco, me endurezco y no sé qué hacer,
entonces me comporto de forma tozuda, bruta y a veces hasta cruel. Olvidándonos
de que pueda sentirme atacada, entonces las cosas se complican realmente,
porque la fuerte armadura de fuera se apodera de lo que hay dentro y lo
encierra apagando su luz y haciéndole desaparecer hasta que vuelva la calma y
sea seguro dejarle salir.
Creo que me quedaría con una simple y tal vez algo
peliculera conclusión: querer a alguien es algo irracional, algo que no atiende a consecuencias,
concesiones o formas de pensar. Que se olvida de las debilidades, las
distancias. Algo que no tiene control o conciencia, que puede llegar a ser
totalmente absurdo y poco lógico. Que te
hace descubrirte haciendo cosas que no creías que fueses capaz de hacer
mostrándote una persona diferente a la que eres normalmente o con el resto del
mundo. Dominar estas situaciones de sentires sigue siendo todo un reto para mí, bueno, más que dominarlas, el reto, es hacerle entender al mundo lo que pasa por la
cabeza de esta peculiar lluvia de verano que soy yo… aire caliente y gotas
frías, la contradicción casi perfecta capaz de generar tempestades. Mi cabeza es una tormenta a la que cuesta
acercarse y creo que en estas líneas he hablado de más, e incluso me he ido
bastante por las ramas; probablemente me arrepienta aunque espero tener valor
suficiente para no borrarlo.
Jenn..*
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