Son tantas las formas en las que podrías aparecer y tantas
las maneras de encontrarte que no se ni por dónde empezar a
buscarte.
Tal vez debería dejar que me encuentres... Aunque esa ya no me parece una opción porque
empiezo a pensar que te has perdido en el desierto de otros ojos sin una
brújula, en el bosque de otro mar de caricias sin mapa, en una tormenta de
besos apasionados sin un refugio. O puede que simplemente no sepas quien soy yo
y que ando buscándote…
Hay días en que pienso que sería capaz de salir corriendo
bajo la lluvia para encontrarte, pero luego veo todo en perspectiva y comprendo
que no hay un lugar para ti; bueno, puede que concretamente no quiera hacerte
un hueco. No es nada personal… pero no puedo, el simple hecho de planteármelo ya
me hace ponerme tensa y cerrar las contraventanas, asegurarlas con un candado y
tragarme la llave.
No sé cómo será tú cara, de qué color son tus ojos, si te
gustará pasear por la playa en invierno o comerte unas galletas en la cama. No sé
si querrás acompañarme a leer libros eternos uno detrás de otro o preferirás
que salgamos a comer a pizza a nuestro restaurante habitual; no puedo saber
siquiera si tendremos un restaurante de siempre. No puedo adivinar como será tu
boca o si te morderás las uñas por los nervios. Me mata la intriga de saber si ya
me habré cruzado contigo o por el contrario el destino aún tiene nuestras
cuerdas demasiado tensas como para permitir un acercamiento sideral. Quisiera
saber si vas a dejar que me vuelva loca de enfado y lance cosas con total calma
o si responderás como un huracán de viento cálido en contacto con el frío, si
te fumarás un cigarrillo detrás de otro de manera sexy o llevarás tatuajes. Si te
atraerán las motos, la música retro o las cosas tan feas que al final acaban
pareciendo adorables.
Me encantaría directamente saber si existes, si seré capaz
de verte… si tendré el valor de hacerlo. No quiero perderte, me aterra la idea
de dejar que sigas de largo por miedo, perderme eso tan bueno de lo que todo
el mundo habla y tanto busca por gallina o despistada; pero he de admitir que
soy más cobarde que una rata en un barco que se hunde y probablemente habré
salido corriendo mucho antes de darme cuenta que puedes llegar a ser la persona
por la que debería quedarme.
Ojalá pudiese espiarte por el huequito de una ventana rota
para saber que estás ahí sin correr riesgos…
J. J.
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