No sé cómo te las ingenias para que cuando el viento sopla
suene como un grave y profundo susurro tuyo.
No sé cómo consigues que cada trozo de mi comida favorita
que saboreo sepa como tú.
No sé cómo puedes colgarte de las notas de una canción para
despertarme como si estuvieras a mi lado.
No sé cómo has logrado que el sonido que hace una
chocolatina al romperse suene resquebrajado, grueso y dulce como tu risa.
No sé cómo has sido capaz de impregnar con tu aroma la brisa
inocente de invierno.
Pero lo que más me intriga y no llego a comprender es como
eres capaz de pasearte por cada recoveco de mi mente logrando que escriba sobre un amor
sin dueño que aún no se ha inventado.
J. J.
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