lunes, 30 de marzo de 2015

Para una de las personas que más he querido en toda mi vida...

Hay tantas cosas que me gustaría que vieras, que vivieras con nosotros…

Dicen que cuando perdemos a alguien que queremos, no desaparece. Pasa a un lugar especial en nuestro corazón y siempre estará ahí. Que quién nos quiere no nos abandona jamás.

Pero tú no vas a poder felicitarme por mi graduación en la universidad o celebrar tus bodas de oro; cosas para las que falta tan poco tiempo y sin embargo parecen estar tan lejos para ti.
Es tan raro pensar que ya no estarás ahí cuando vaya, que tu silla ahora estará vacía, ya no podré sentirme más como tu princesita consentida, y tus llaves no anunciarán km antes que ya llegas, nadie me va a esperar ahora con golosinas a escondidas antes de la comida, nadie va a traerme regalos sorpresa o a llevarme a comer cada mes cuando vuelva de cobrar la jubilación, ya nadie tendrá tus característicos ojos con borde azul marino; nadie va a darme tus abrazos y besos… pero lo cierto es que nadie podrá jamás quitarme tu recuerdo y lo maravilloso que hiciste mi mundo cuando el arcoíris perdió sus colores naturales y tú, junto con la abuela, los pintaste otra vez para no lo notara.


Recuerdo que cuando era pequeña y me caía siempre me decías que no llorase, que la herida iba a curarse cuando me encontrase un novio; bueno aquellas tal vez sí, pero me temo que el hueco que tú dejas ni siquiera eso va conseguir sanarlo.

Espero que ahora estés bien, que ya no te duela nada, ni estés cansado; espero que sigas viéndome desde tu estrella y confiando en que podré conseguir todo lo que me proponga. Pero sobretodo espero que nunca dejes de quererme porque yo no voy a hacerlo.

Gracias por todo lo que hiciste por mí, por cuidarme, quererme, protegerme, enseñarme, por confiar en mí, creer que soy hermosa y que puedo con todo.


Debería decirte adiós, lo sé, pero no estoy preparada para eso, y tal vez nunca llegue a estarlo; porque lo cierto es que nadie suele nunca estar preparado para esa clase de despedidas que son para siempre. Pero como bien sabes debemos seguir adelante, y te prometo que, cuando vuelva a sonreír de verdad, muchas de ellas serán solo para ti.

Una vez, el inteligente Principito dijo: “Cuando mires al cielo, por la noche, como yo habitaré en una de ellas, como yo reiré en una de ellas, será para ti como si rieran todas las estrellas. ¡Tú tendrás estrellas que saben reír!” 
Deseo, con todas mis fuerzas, que tú seas una de esas estrellas que sonríen para mí.

Te querré siempre… todos te querremos siempre.





Walter “Julio” Díaz 
1936 -2015 


J.J.
Bueno sé que esto es triste, que a nadie le importa y sobretodo que normalmente no soy partidaria de compartir sentimientos y problemas en las redes, pero necesitaba decirlo, sacarlo de dentro y tratar de arreglarme las piezas con mi mayor consuelo; escribir.  
Tal vez nadie lo lea, y puede que eso sea lo mejor, pero da igual, sólo tenía que dejarlo salir.
 

miércoles, 11 de febrero de 2015

Inspiración desde lejos

Hoy estoy otra vez aquí, en otro lugar y otro año. 

Sentada frente a la enorme ventana en la vieja silla gris acolchada, intercalando los ojos entre mirar al tranquilo y luminoso jardín y la pantalla del ordenador.


Y me sorprendo volviendo a pensar en ti; como cada vez que la situación se me vuelve solitaria, melancólica o simplemente reflexiva. No sé qué haces, ni dónde estás, a veces incluso creo que ni quiero saberlo; pero la verdad es que siempre me puede la curiosidad no satisfecha. Tengo que admitir que hay ocasiones en las que me gustaría tenerte cerca, pero en la mayoría sólo quiero saber si de verdad estarás aquí en algún momento. 
Pero no me queda más opción que esperar para poder averiguarlo, después de todo, de eso va la vida ¿no?, de actuar y esperar a ver que nos viene... sólo queda ver que viene para luego reaccionar.


La posibilidad de que llegues ahora está totalmente descartada, aquí al otro lado del mapa, cruzando el océano abierto y azul, bajo un cielo que parece otro totalmente diferente pero que es el mismo... demasiado lejos para aceptarlo, demasiado pronto, demasiado incoherente, demasiado complicado.


Aquí donde las estrellas sonríen diferente, este no es el momento, aquí no es el lugar. 





J.J. 

martes, 10 de febrero de 2015

Allí...


Los días eran más largos, de verdad que lo eran. Oscurecía casi a las nueve y media de la noche y amanecía con los diferentes cantos de los pájaros que iban de rama en rama o saltaban por el jardín. 

Todo parecía llevar un ritmo más lento. 

Daba igual donde estuvieras, a siete minutos de la ciudad que no cambia o a ciento veinte segundos de la playa, con su arena blanca y sus orillas pintadas de piedrecitas y caracolas de colores de todos los tamaños; daba igual, porque parecía que teníamos todo el tiempo del mundo; a lo mejor es que no teníamos más nada que hacer que leer un buen libro o barrer las hojas del jardín.


Tal vez es que no nos preocupaba mucho lo que teníamos que hacer... sólo las hormigas parecían preocupadas por cumplir fielmente con todas sus tareas. Tal vez era lo que necesitábamos, estar sentadas mirando las olas y hablando sobre nuestras vidas que parecen haber cambiado tanto estos últimos años; o estar sentadas en el césped, entre los árboles con nidos de pájaros, con el viento suave moviendo todo sin moverlo y mariposas de todos colores revoloteando alrededor. 


Puede que eso sencillo y llevadero fuese lo que nos hacía falta.

Era la sensación más cercana a la vieja casa de la toscana que pueda sentirse jamás sin estar de verdad allí. Era... extraño, como un universo paralelo con sus luces y sombras, con lo que gusta y lo que no. La perfección del paraíso puede que con consista precisamente en eso, en no ser perfecto. O a lo mejor, sencillamente, no era un paraíso... puede que sólo fuera un punto en el mapa con un espacio temporal diferente, con un pacto cósmico que hacía marchar todo a ritmos distintos; un lugar que podría ser maravilloso pero no llega a serlo.


Algo... que sabes que siempre estará allí, esperando ser un poco mejor. Algo, que tú deseas que sea un poco mejor.


Un sitio... donde soñar mucho más.

J.J. 

domingo, 19 de octubre de 2014

Una venda en los ojos


 La base de la educación no es sino el respeto, el aprendizaje y la superación personal; pero todo esto parece que se olvida o se deja de lado a la hora de llevarse a la realidad, puesto que los niños y niñas son juzgados por su adaptación y conocimientos de un currículo que no se adapta a ellos/as ni a la sociedad que viven y encima les compara y enfrenta unos con otras. Que quienes aprenden más y más rápido posean más prestigio no es precisamente el retrato de una sociedad justa; se deberían de tener en cuenta todos los avances, por mínimos que sean, puesto que estos también son importantes no una vergüenza, desdicha o deshonra que pueda ser descartada o invisibilidad como si no mereciese consideración alguna por ser tal vez un poco pobre; es decir... 

¿En qué clase de mundo civilizado y humano vivimos, si pasamos por encima y olvidamos intencionadamente a aquellos que no alcanzan o llegan más lentos unos parámetros muy característicos y acomodados para determinadas minorías autodenominadas superiores/ mejores?

El aprendizaje, es después de todo, y aunque a muchos/as se les olvide la adquisición y comprensión de determinados conocimientos, fin; sin tiempos, sin marcas, sin estigmas… es simplemente, llegar a los conocimientos y conservarlos de manera comprensiva, aprovechable. Lo ideal es que se produzca un aprendizaje conjunto aunque sea a ritmos diferentes.

Tristemente todo esto sigue siendo muy complicado y tal vez un poco utópico en los tiempos en que vivimos, en los que prima el individualismo, la conexión mundial sin contacto personal y la presión aplastante de los más fuertes, pese a los siglos de historias y lecciones de superación que han pasado de largo dejando una marca breve o inexistentes en las conciencias de las personas.


La historia de la humanidad está marcada, manchada de estigmas de dominación de los supuestos más fuertes sobre los supuestos débiles, con paradigmas y reducciones sociales falsas que se encargan de encasillar a las sociedades y sus individuos de manera ordenada y conveniente. Y la escuela, siempre vendida y al servicio de quien convenga no se queda atrás en estos menesteres; negando los derechos de las personas diferentes, no necesariamente con necesidades especiales, simplemente distintos a los cánones establecidos.

Es bien sabido también, que se pretende, aunque sea de manera oculta o indirecta mantener el poder y el statu quo tal cual está. Condicionando los avances, descartando personas e invisibilizando otras. Promoviendo la supremacía infiltrada en inocentes publicidades o lecturas que abogan por una sociedad con determinadas características falsas y exageradas, que son prácticamente inalcanzables y que solo pueden tocar aquellos “elegidos” que se aferran al poder y al antiguo funcionamiento de un mundo feudal y esclavista que es vendido por libre, cada vez más igualitario y con infinidad de igualdad de oportunidades.

Nos preocupamos por cosas innecesarias o distractoras que incluso los telediarios fomentan de manera sensacionalista para mantener ocupado al pueblo con cosas “importantes” mientras detrás del telón se tergiversa, manosea y rompe las cosas que realmente son IMPORTANTES. Nos cierran los ojos a lo que ocurre en el mundo entero, juegan con nosotros distrayendo de los verdaderos peligros que nos acechan y nos hacen creer que todo está bien y que somos nosotros quienes decidimos. Nos hacen egoístas, ególatras, misóginos, falsos moralistas, megalómanos, racistas, desalmados… porque realmente no es posible, que después de tantos siglos de progresos, de ser homínidos avanzados y estar rodeados de tecnologías inteligentes, los seres humanos podamos ser tan fríos, tan preocupados de lo nuestro en detrimento de otros, tan interesados en vendernos lo más posible en las redes sociales y descuidando nuestras vidas reales, despreocupándonos de los de fuera porque “están muy lejos”, dejando morir gente y alarmándonos cuando salen casos exagerados sin ser conscientes de que el planeta está consumido, corrupto y herido.

Desgraciadamente seguimos viviendo en una sociedad centralizada, con valores muy arraigados en la superioridad de la raza, el sexo, la edad y las capacidades, una “superioridad” que realmente no puede presentar pruebas reales de su existencia o su valor. Se defiende una mayoría no equitativa, ni realmente definitoria de lo que es la sociedad real y las personas que la componemos. Es una mayoría excluyente, de conveniencia de poder que defiende una superioridad inexistente con argumentos que analizados seriamente no existen.


Además, hay que detenerse a pensar fríamente que tipo de sociedad queremos crear para los niños y niñas del futuro independientemente de sus condiciones cognitivas, físicas, sociales o culturales; una que como ahora, promueva la diferencia, la competición y la superioridad de unos pocos por encima de unos muchos sin voz, o una que defienda las diferencia, las acepte e incluso las fomente, que brinde su apoyo a quien lo necesita y pueda subsistir con una colaboración igualitaria en la que la mayor parte de la población esté lo mejor posible, y no lo mejor que se lo pueda permitir. Una sociedad en la que vemos cómo se van quitando ayudas a personas que no tienen otra forma de vivir, una que cierra los ojos mientras en otras partes del mundo se cometen atrocidades, una que acepta sin rechistar los mandatos algo mentirosos de los gobernante y grandes empresarios o por el contrario una sociedad pensante que vea, hable y defienda todos los derechos que por naturaleza le pertenecen y se le ha hecho creer que no tienen o debe ganarse.

Pero volviendo a la educación, la escuela es desgraciadamente una vendida al mejor postor, por tanto se hace muy difícil generar cambios de libertad, igualdad y equidad que son defendidos por muy pocos/as; por minorías en ocasiones silenciadas. Por minorías que son los únicos capaces de ver los problemas que se tiene al no ser un varón caucásico, de inteligencia media, y con posición económica adecuada. Por minorías que, realmente no son realmente minorías, y además son las únicos capaces de sentir las dificultades, que en ocasiones no saben cómo defenderse o promover un cambio, que han sido borradas y escondidas de las página de la historia como si carecieran de importancia.

De todas maneras no hay que perder la esperanza, y dejarse vencer en la lucha, después de todo… un solo grano de arena es capaz de generar una avalancha, las alas de una mariposa pueden ocasionar un tsunami y el pequeño David fue capaz de vencer a su propio gigante.

J. J

viernes, 15 de agosto de 2014

A tres centímetros

Me quedé suspendida tres centímetros del suelo..

Te quería, como nunca me había atrevido a querer a nadie, dejándome llevar

De una forma insegura, sin credenciales, red de seguridad, ni paracaídas... 

Me lance al vacío de cabeza con la esperanza de que me nacieran alas


Pero no pasó, me quedé suspendida a tres centímetros del suelo... de la tierra, entre tus miedos y tus dudas. 

Entre tus besos y tus despedidas

Entre tus noches y tus días 

Entre tus idas y venidas 

Me quedé suspendida... 

El universo no sabía si salvarme o dejarme caer, y tú tampoco

Me quedé suspendida, a tres centímetros, del centro de la tierra... Donde empieza la vida y acaba tu corazón.




J.J.