jueves, 24 de junio de 2010

Todo depende del cristal...


Veamos algunos ejemplos:
- Si vemos el mundo a través de unos cristales sucios, difícilmente logremos ver las cosas buenas de los demás. Por que a través de la suciedad, sólo se puede ver la suciedad y un lugar oculto bajo las sobras y rendijitas de luz que deja transparentar la mugre.
- Si vemos el mundo a través de unos cristales mojados, todo se ve distorsionado. Con colores más intensos y formas dispares que raramente se asemejan a la realidad. Cuanta mas agua recorra esos cristales, disminuye la veracidad de lo que se ve al otro lado de ellos.
- Si vemos el mundo a través de cristales rotos, difícilmente veamos las verdaderas estructuras de las cosas. A través de cristales partidos, todo se ve quebrado, divido y en tamaños que distan mucho de la magnitud real de las cosas.
- Si vemos el mundo a través de unos cristales opacos o empañados, rotundamente lograremos distinguir la multitud de colores y luz que abundan en el mundo. Lo que se ve desde ellos es mas oscuro, con menos vida, menos alegría… todo se ve en una mayor cantidad de tonalidades de grises y colores artificiales, tal vez con cierto tono triste, como encerrado dentro de una botella en la que rebota nuestra propia respiración.
- Si vemos el mundo a través de unos cristales pequeños, es imposible que vemos la totalidad de las cosas. Solo veríamos trocitos de lo que es la realidad, pedacitos de un todo que creemos componen el total de las cosas. Pero realmente no es así, por que nos estaríamos perdiendo de multitudes de cosas y experiencias que se escapan al reducido tamaño de nuestros cristales.
- Si vemos el mundo a través de unos cristales amplios, luminosos, limpios y transparentes, podremos impregnarnos de toda la realidad, de todo lo que nos rodea, con sus montones de matices claros, oscuros. Veríamos la totalidad de las formas sin daño alguno. Veríamos todo tal y como es, sin retoques, sin prejuicios, sin disfraces o máscaras.

Nuestros cristales mas importantes son los ojos. A través de ellos es como llegamos a conocer o interpretar el mundo. Y dependiendo de la forma en que le miremos es la impresión que nos llevaremos de él. Tal vez no sea el entorno el que está mal, o las personas que nos rodean las equivocadas, puede ser que los cristales con los que estamos viendo las cosas no sean los adecuados. Cabe la posibilidad de que nuestros dos cristales estén cargados de tantos prejuicios que no somos capaces de distinguir lo que es la realidad, de lo que nosotros queremos ver.
Si leemos la anterior definición de cristales, seguramente lleguemos a la conclusión de que los mejores son los últimos, los transparentes. Que si bien nos enseñan el mundo tal y como és, sin tapaduras, sin amortiguar las malas realidades, es evidente que no siempre podemos verlo todo, es muy difícil apreciar siempre las situaciones de un modo imparcial; por que no somos seres perfectos o duros como rocas, somos humanos y como tales sentimos y padecemos. Y aunque nos empeñemos en ver otras cosas, la realidad es solo una, y por mucho que intentemos ocultarla sigue y seguirá ahí aunque cambiemos los cristales. Por tanto, para que engañarnos o ocultarnos cosas que no se borraran, mejor verlo todo con cristales transparentes, para no perdernos nada y esperarnos todo.

Jenn..*

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