Todo había cambiado. Todo menos su olor. Entre la confusión del reencuentro inesperado, pudo percibir su aroma a piel y flores. La memoria no lo había engañado, la fragancia era tal y como la recordaba. Aunque ella ya no fuera suya, sentía que su olor le pertenecía, que era algo para él. El silencio –con notas florales y miradas habladoras- los aislaba del trajín de la ciudad. Se suponía que él tendría que decir algo como hola o cuánto tiempo, pero sólo atinó a perderse en la oscuridad de sus ojos y alimentarse de su fragancia.
Nos dicen que recordemos los ideales, no al hombre, porque un hombre se puede acabar. Pueden detenerle, pueden matarle, pueden olvidarle, pero 400 años más tarde los ideales pueden seguir cambiando el mundo. V from Vendetta
jueves, 1 de julio de 2010
Todo había cambiado...
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