lunes, 2 de abril de 2012

Delirios varios

Y la verdad es que prefiero mis manías y mis rarezas…
Mi extraña forma de ver el mundo o comprender las cosas, mi estúpida manía de ver todo como sacado de un cuento, de pensar que cada lugar es mágico y que tras cada esquina espera una nueva aventura o una situación especial. Mi forma de refugiarme en los libros, esos extraños “seres” que están ahí los 365 días del año las 24 horas del día cuando a mí se me dé la gana o me hagan falta. Mi facilidad para perderme entre todas las hojas que escribo y las historias que creo que nunca acabaré. Mi extraña pasión por la pintura o el dibujo aunque se me dé completamente mal y la liberación que eso me genera aunque tal vez cueste comprenderlo. La sonrisa tonta con la que me descubro a veces sin querer viendo un hermoso amanecer, lo intensos y preciosos que se ven los colores luego de una larga lluvia o que el viento frío me de completamente en la cara mientras cierro los ojos como si nada importase. Lo que me habría encantado nacer en otra época y ser capaz de analizar cada detalle, hasta el más mínimo. Las peculiares tardes en la que sin darme cuenta me encuentro sentada encima de mi escritorio viendo por la vente como las gotas de lluvia se deslizan lentamente por el cristal o simplemente como pasan incasables multitud de coches y aviones cargadas de cientos de historias que posiblemente jamás llegue a conocer. Lo que me encanta el olor a Té o a vainilla y lo que me agrada hacer tartas aunque todas queden con un aspecto extraño. Como me pierdo imaginando como serían los vídeos musicales de mis canciones favoritas. Lo mucho que me asusta el silencio y lo irracional que esto resulta. Esas mañanas en las que me descubro pensado en alguna persona desconocida preguntándome que estará haciendo y si algún día llegaré a verla. Como retrocedo incansablemente las escenas que me gustan de las películas hasta que pierden el sentido o me las he aprendido de memoria. Mi tonta extrañeza de no gustarme algo o negarme realizarlo y que al final luego de probarlo acabe encantandome. Esos momentos en los que sin razón aparente no tengo ganas de hacer absolutamente nada y me encuentro tirada en la alfombra viendo como la bola disco de mi habitación da vueltas al ritmo imaginario de alguna canción. Lo poco que me importa ser ya mayorcita para ver dibujos animos y lo que me encanta hacerlo. Lo que odio no poder cerrar la boca y cuantos problemas me ahorraría el hacerlo. Como me “peleo” con mi pequeña ahijada y cinco minutos después me río como boba porque me ha dicho algo como que voy preciosa ese día o alguno de sus peculiares comentarios. Lo guardadas que me tenía hasta ahora mis escapadas a ver aviones y la estúpida e incoherente paz que eso me genera. Lo que daría por volver a mi lugar favorito en el mundo cada vez que me haga falta. Cuanto adoro a esas personas importantes en mi vida y nunca se los digo esperanzada de que sepan darse cuenta…
En definitiva mis cientos de peculiaridades, no las cambio por alguien que sea capaz de mirarme a los ojos y deduzca que es lo que está pasando por mi cabeza o que me acompañe silenciosa y gustosamente a hacer alguna de esas cosas que tanto me encantan, que con estar a mi lado sepa que está siendo capaz de ver lo que creo que solo me detengo a observar yo. Me resulta difícil pensar que alguna persona pueda encontrar encantadora o apasionante mi excentricidad, o pueda descubrir manías que ni siquiera yo soy capaz de darme cuenta que poseo, y tal vez sea porque realmente no quiero que eso suceda. Me niego a que alguien se entrometa en todo eso que es mío (aunque tal vez pueda mejorarlo) me niego en rotundo que alguien conozca todo eso que quiero ocultar y que a veces a duras penas dejo entrever en las tontas líneas de este patético blog.



Jenn..*

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