viernes, 1 de junio de 2012

Como en casa.

Lo cierto es que me perdería en cualquier pueblito pequeño.
Uno de esos que tiene calles estrechas y balcones adornados con flores. De esos a los que no llega la conexión a internet pero tampoco la echas de menos. Donde los vecinos te saludan con una sonrisa y compras en una pequeña tienda cargada de cosas acabantes de cosechar o hechas a mano. 

Viviendo en un pequeño ático algo recubierto de madera, donde un par de lienzos, un cuaderno para escribir y una cámara de foto son el tesoro más preciado. Con una bicicleta esperando al final de la escalera preparada con su cesta para recorrer todo el conjunto de casitas bajo el sol o el frío del invierno.

 Un pecesito colorido revolotea en el agua a la espera de comida, mientras Un pequeño perrito da un recibimiento ansioso moviendo la cola, señalando unas cartas que acaban de llegar de mundos “civilizados” donde alguien parece estar extrañando.

La vecina de enfrente sacude tranquila las sábanas a primera hora de la mañana y da los buenos días al ver al otro lado una figura apoyada en la ventana, mirando para afuera con una taza de café desprendiendo algo de humo.

Uno de esos pueblos dónde parece que nunca pasa nada interensante pero tampoco importa, porque a mis ojos, siempre habrán cosas que descubrir y algún forastero que se pierda por sus pequeñas calles, a la luz de alguna farola que ha sido testigo de muchos secretos que nunca desvelará.



Jenn..*

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